Varias figuras católicas han propuesto refundar el país,
entre ellas el Monseñor Vera, el padre Solalinde y el laico Javier
Sicilia.1 El
proyecto pareciera viable, sin embargo cabe preguntarse ¿Cuáles serán los
fundamentos de esta refundación?
Algunos anticlericales podrían temer que estos
buscaran la hegemonía, no tan evidente pero notoria, de la Iglesia católica en
este orden de cosas. Por otro lado, tales bases no serían tampoco unas bases
cien por ciento ortodoxas, cual puede constar de las declaraciones de cualquiera
de las tres figuras arriba mencionadas. En pocas palabras, realmente no sabemos
si el proyecto satisfacerá a algún sector especial de la población. Para grupos
ajenos a la Iglesia católica, tal proyecto causará recelo, a los grupos
conservadores dentro de la misma jerarquía o bien entre los laicos, el proyecto
lo considerarán revolucionario; es decir para los revolucionarios, será un plan
reaccionario; para los conservadores, demasiado radical.
Una vez tenido en cuenta lo anterior, debe entenderse
bien las declaraciones de varios miembros de las altas jerarquías, que han sido
menospreciadas por considerarse a los portavoces miembros de la teología de la
dominación2,
frente a los hechos ocurridos en Ayotzinapa y las reacciones que han surgido,
muchas de ellas apoyadas deliberadamente para sostener la causa de una
revolución, la cual todos quieren convocar pero en la que nadie quiere luchar.
Ciertamente las jerarquías religiosas siempre han tenido intereses muy propios,
sin embargo nunca les ha ido bien al liderar revoluciones y socavar el orden
establecido que ellas mismas han abanderado, menos en estas épocas donde los
ánimos están a punto de explotar. Los prelados, cada uno de una Iglesia
distinta, saben reconocerse en qué momento la situación está ya fuera de
control.
Al leer el artículo de la revista Proceso, donde se
contenían sus declaraciones, aparece un término muy interesante: teología de la
dominación. Después se encuentra que éste es contrario a lo que expresa el
término de teología de liberación. Al leer la lista de aspectos de una y otra
teología uno se percata que no estamos viendo en realidad dos teologías sino la
visión dual de la religión, separando uno y otro aspecto. Siempre a un mensaje
de perdición sigue el mensaje de esperanza. Hay aspectos reprensibles en “ambas
teologías” pero realmente no son disociables la una de la otra.3 Esa
visión maniquea propia de la teología de la liberación puede fácilmente conducir
al marxismo pleno, y muchas veces oculta bajo capa de lo sagrado, luchas
políticas desestabilizadoras. No digo que la situación social actual sea una
maravilla, pero en los momentos de crisis, es posible que se agudice la
inestabilidad por culpa de acciones certeras que vienen a fracturar más el ya
convulso entramado social, dondequiera que éstas vengan. Esto es una advertencia
sobre los riesgos de levantar movimientos radicales, que al final nadie
controlara, y sobre la inutilidad y futilidad de un
proyecto que ya nació abortado.
1 ESPINOZA, LETICIA “Pacto social: La Nueva
Constituyente”, Zócalo Saltillo, 02 de febrero de 2015, http://www.zocalo.com.mx/seccion/articulo/pacto-social-la-nueva-constituyente-1422893973
2
VILLAMIL, Jenaro, “Chedraui y Onésimo, contraataque de
la derecha con sotana,” revista El proceso, 20 de enero de 2015, http://www.proceso.com.mx/?p=393637
3
Rivas-Rivas, Saúl “Cómo saber
si una teología es de dominación y cuándo es teología de la liberación”.
Aporrea, 14 de junio del 2011 http://www.aporrea.org/
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