Ciertamente en todo
tema de discusión surgen dos bandos bastantes encontrados; en el caso de un
conflicto tan horripilante cual lo es el vivido en la Franja de Gaza no tardan en
aparecer los partidarios de uno y otro contrincante, igual que si fuera un
partido de fútbol, aunque la profundidad del tema no permita las futilidades y
venalidades propias del apoyo a un equipo de aquel deporte.
En este oscuro tema, inclusive para
los analistas más serios, están posicionados los amigos de Israel, en su
mayoría judíos; aunque no cesan de aparecer detrás de ellos una égida de
evangélicos, que han visto en las escrituras la creación del Estado de Israel
como un signo escatológico, vinculado
esto desde una visión de espera en un Mesías victorioso.
En cambio, del lado de los
palestinos, la comunidad islámica trata de fracturar esa cabeza de puente que
es el Estado de Israel. Independientemente de sus separaciones dogmáticas, los
musulmanes están unidos en su intención de dar al traste con la existencia de
este “Estado invasor”. Vienen en su apoyo, los izquierdistas de todo el mundo,
que ven en la custodia de los débiles, los humillados y desprotegidos su misión
en la vida. ¿Qué pueblo más vilipendiado hay ahora que el pueblo palestino?
En el choque entre lo religioso y la
lucha por la injusticia internacional son olvidados los cristianos perseguidos
en Medio Oriente, que han sufrido más que los palestinos, quienes al menos
pueden decir que un grupo radical los secunda. ¿Quiénes serán los cruzados que
liberarán a los cristianos en este siglo XXI? Los judíos, en su odio hacia los
cristianos por el antisemitismo, se unen el desprecio que entre algunos
evangélicos merecen los cristianos en general frente a los judíos, pueblo de la Alianza Eterna con
Dios. Los musulmanes, recelosos de los cristianos en su mayoría, gozan junto
con los radicales en su conversión. A los izquierdistas, las diversas Iglesias
son símbolos de opresión dondequiera que se encuentren, así que no importará
mucho su eliminación en países lejanos desde los cuales no sentirán sus
efectos.
En la toma de posiciones, de manera
velada, es expresada la tendencia descristianizante y anticristiana que está
expresándose en Occidente desde hace unos años. Postura que es cada vez más
evidente cuando tenemos en cuenta que estas persecuciones está siendo
realizadas en las primeras zonas donde el cristianismo extendió su labor
evangelizadora. Esto servirá para notar
en un efecto secundario, una tendencia general que pareciera olvidarse.
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