Los intelectuales contra el pueblo. La otredad académica.

Por Ismael Martinez Valle

 "Con los siglos las cadenas se normalizan, tanto, que se vuelven algo cultural, tanto, que hasta las defienden, y por eso vemos gente que presta servicio militar para defender un territorio en el que no tiene ni siquiera un grano de arena propio. Tanto, que se canta el himno nacional mientras se muere en la puerta de un hospital porque no había dinero para entrar."

Normalizamos cadenas, defendemos un sistema indefendible para los explotados.


"Una extraña locura se ha apoderado de las clases obreras de las naciones donde domina la civilización capitalista. [...] Esta locura es el amor al trabajo, la pasión moribunda por el trabajo, llevada hasta el agotamiento de las fuerzas vitales del individuo y de sus hijos. En vez de reaccionar contra esta aberración  mental, los curas, los economistas y los moralistas han sacralizado el trabajo." 1

"Para que el ideario individualista se respete y fortalezca debe ser elevado al nivel de una religión, si bien sus fundamentos y contenidos no refieran a los de la religión confesional. Pero se trata de una religión de nuevo tipo o, para ser más exactos, no de la religión en sentido tradicional, sino de la identificación de lo que está detrás de toda religión: la sacralidad. Elevar el ideario individualista al nivel de una religión implica sacralizarlo." 2

Cadenas que defendemos pues no encontramos alternativas de opresión. Si hablamos de utopía, hablamos de algo que no existe, si hablamos de Estado Naturaleza, hablamos de algo que nunca existió, si hablamos de comunismo o anarquismo, hablamos de algo que no existirá. ¿Donde están las respuestas?. En el pasado, en el presente o en el futuro.

La historia nos dice que está formada por los tres elementos. Un pasado de condiciones, un presente de contextos y un futuro de lucha. Pero... ¿Realmente estamos realizando un cambio?

Creo que la idea actual de "revolución" es individualista. Los intelectuales pensamos que en nuestras manos está la responsabilidad del cambio, pensamos que si no hacemos nada personalmente nada cambiará, pensamos que si compramos CocaCola apoyamos al sistema y que si dejamos de ver televisión estamos a salvo de la enajenación mental colectiva. ¿Acaso eso no es pensar egocéntrica e individualistamente?.

¿Acaso no es posible que las conciencias colectivas pesen más que las conciencias individuales?, ¿No es posible que ocurran cambios históricos para el bien de la humanidad sin que intervengamos conscientemente?. Hay revolucionarios, activistas y pensadores... ¿De qué manera queremos debilitar las cadenas?. Los intelectuales tenemos conciencia de esto... pero ¿y las demás personas?, las personas que no forman parte de la élite intelectual o académica.

Nos quejamos amargamente porque las personas del "populacho" (sí, despectivamente) o los legos en términos de Bourdieu, no tienen conciencia de clase, no tienen conciencia de su explotación, de que reproducen el sistema que los oprime y de que sus debates no van más allá de Televisa contra TVAzteca... ¿pero acaso ellos han estudiado como nosotros?. Peor aún, es que son "Ellos" los "Otros" los pobres enajenados por el sistema que necesitan de nosotros para abrir los ojos (porque es nuestro "destino manifiesto" hacerlo). Sí, porque alguna vez nosotros fuimos ellos, fuimos individuos que no pensaban en la sociedad, ni en sus problemas, ni en sus desgracias hasta antes de entrar a una licenciatura donde "otros" nos abrieron los ojos. La palabra clave para mi es "Educación".

Sin embargo, la pedantería intelectual de la que he hablado está equivocada. Basta con preguntarle a un obrero qué es lo que piensa de su país y qué es lo que piensa de las condiciones actuales de su país. Él te dirá que ama a su país por un cumulo de razones emotivas que forman parte de su identidad (comida, tradiciones, música) y no es nacionalismo ni patriotismo ni xenofobia, es simple amor por lo que es. Pero responderá indignado ante la situación actual del país; porque no tendrá los estudios, no tendrá los datos o las cifras exactas del decremento monetario de tal institución... pero lo ve en su día a día. En la gasolina de su taxi, en el kilo de tortilla que debe pagar "con todo y papel", en el boleto del metro o en las interminables filas en el cajero automático cada quincena (puesto que necesita el dinero para dar el gasto"). Ese obrero, comerciante que no estudió no necesita de ello para darse cuenta de que el gobierno lo oprime, ni del marxismo para saber que su patrón le paga "una chingadera" por lo que trabaja, ni de la sociología para saber que en su colonia hay conflictos por la inseguridad, ni de la politología para saber que el estado es un estado fallido, ni del derecho para saber que tiene más miedo de ser encarcelado por inculpamiento que por cometer realmente un delito.

El trabajador "ignorante" (porque es ignorante de ciertas cosas, conocedor de otras, sólo que los intelectuales olvidamos los apellidos de su ignorancia); se lamenta un rato pero duerme y al otro día con su mochila y su camisa planchada una noche antes mientras veía la televisión, se levanta, le da un beso a su esposa e hijos y se va a trabajar como todos los días, porque sabe que a pesar de que la situación es pesada necesita alimentar a su familia. Para mi eso es PRAXIS, y no lo que los intelectuales pretendemos hacer con tanta teoría, con tanta pedantería.

Los intelectuales, una vez más, nos quejamos de los partidos políticos y de las personas que apoyan ciegamente a uno (como "borregos" suelen decir). Pero el obrero que no pierde tiempo en pensar pues debe trabajar sabe cómo funciona la política de su país, ha visto sexenio tras sexenio la caída de los ideales de los candidatos de su preferencia, de los mesías que aparecen cada que hay elecciones; sin embargo él aún tiene la esperanza de que algún día llegue alguien con "los pantalones" para dar un respiro a la población; él confía cada vez menos en la política como objeto de cambio. Pero los intelectuales pensamos que nosotros tenemos los ojos más abiertos a la realidad que aquellas personas que viven "en un mundo de fantasía y enajenación" reproducido por la Rosa de Guadalupe o Laura en América. Sí, claro.

De nuevo los intelectuales revolucionarios, "superheroes de las masas", criticamos a la religión, a la iglesia porque su inutilidad es clara a todas luces. Que si la Biblia es una farsa, que si Dios no existe, que si la Iglesia es corrupta, que si la religión oprime espíritus... El "común", la gente común es decir, no se cuestiona eso; sólo toma a su familia una vez al año va a Chalma, lleva a cabo sus rituales de purificación, entra al templo y se postra humildemente ante un Cristo, "El Señor de Chalma" le llaman, inclina su cabeza y le da gracias por darle la vida, por darle el pan, por darle las fuerzas de poder continuar día a día trabajando, de darle salud y de continuar con las bendiciones que le ha dado desde que empezó a frecuentar Chalma desde niño. El trabajador no sabe de teorías, no sabe de "el opio del pueblo", no sabe de la corrupción interna del Vaticano... el sólo sabe agradecer por las bendiciones y el regalo que es vivir. Eso, eso es una filosofía de vida, un nivel espiritual que otros encuentran en el Yoga o en las religiones "alejadas de la perversión humana". El intelectual sigue pensando que la religión es un cáncer social.

La pregunta sería, ¿entonces de que servimos los intelectuales?. Creo que somos más inútiles que todas aquellas personas trabajadoras y consientes a las cuales vemos como los desprotegidos. Si no me creen solo piensen un poco en aquella idea de las civilizaciones primitivas que "necesitan" de nuestra modernidad para ser felices o hacer sus vidas más sencillas... Ellos lo tienen todo, ellos resuelven su vida, ellos tienen filosofías de vida y religiones que los unen, identidades y tradiciones; ellos necesitan tan poco de nosotros como nosotros de ellos. Para mi es lo mismo.

"Observen al noble salvaje que los misioneros del comercio y los comerciantes de la religión no corrompieron todavía con el cristianismo, la sífilis y el dogma del trabajo, y observen a nuestros miserables sirvientes de maquinas" 3

Citas:

1 y 3: Lafargue Paul, "El Derecho a la Pereza"
2: Vera, Galindo, Vázquez. "Las formas elementales de la vida religiosa, un tótem vivo" Cap. Introductorio a la obra.

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