"Con los siglos las cadenas se normalizan, tanto, que se vuelven algo
cultural, tanto, que hasta las defienden, y por eso vemos gente que presta
servicio militar para defender un territorio en el que no tiene ni siquiera un
grano de arena propio. Tanto, que se canta el himno nacional mientras se muere
en la puerta de un hospital porque no había dinero para entrar."
Normalizamos cadenas, defendemos un sistema
indefendible para los explotados.
"Una extraña locura se ha apoderado de
las clases obreras de las naciones donde domina la civilización capitalista.
[...] Esta locura es el amor al trabajo, la pasión moribunda por el trabajo,
llevada hasta el agotamiento de las fuerzas vitales del individuo y de sus
hijos. En vez de reaccionar contra esta aberración mental, los curas, los economistas y los
moralistas han sacralizado el trabajo." 1
"Para que el ideario individualista se
respete y fortalezca debe ser elevado al nivel de una religión, si bien sus
fundamentos y contenidos no refieran a los de la religión confesional. Pero se
trata de una religión de nuevo tipo o, para ser más exactos, no de la religión
en sentido tradicional, sino de la identificación de lo que está detrás de toda
religión: la sacralidad. Elevar el ideario individualista al nivel de una
religión implica sacralizarlo." 2
Cadenas que defendemos pues no encontramos
alternativas de opresión. Si hablamos de utopía, hablamos de algo que no
existe, si hablamos de Estado Naturaleza, hablamos de algo que nunca existió,
si hablamos de comunismo o anarquismo, hablamos de algo que no existirá. ¿Donde
están las respuestas?. En el pasado, en el presente o en el futuro.
La historia nos dice que está formada por
los tres elementos. Un pasado de condiciones, un presente de contextos y un
futuro de lucha. Pero... ¿Realmente estamos realizando un cambio?
Creo que la idea actual de
"revolución" es individualista. Los intelectuales pensamos que en
nuestras manos está la responsabilidad del cambio, pensamos que si no hacemos
nada personalmente nada cambiará, pensamos que si compramos CocaCola apoyamos
al sistema y que si dejamos de ver televisión estamos a salvo de la enajenación
mental colectiva. ¿Acaso eso no es pensar egocéntrica e individualistamente?.
¿Acaso no es posible que las conciencias
colectivas pesen más que las conciencias individuales?, ¿No es posible que
ocurran cambios históricos para el bien de la humanidad sin que intervengamos
conscientemente?. Hay revolucionarios, activistas y pensadores... ¿De qué
manera queremos debilitar las cadenas?. Los intelectuales tenemos conciencia de
esto... pero ¿y las demás personas?, las personas que no forman parte de la
élite intelectual o académica.
Nos quejamos amargamente porque las
personas del "populacho" (sí, despectivamente) o los legos en
términos de Bourdieu, no tienen conciencia de clase, no tienen conciencia de su
explotación, de que reproducen el sistema que los oprime y de que sus debates
no van más allá de Televisa contra TVAzteca... ¿pero acaso ellos han estudiado
como nosotros?. Peor aún, es que son "Ellos" los "Otros"
los pobres enajenados por el sistema que necesitan de nosotros para abrir los
ojos (porque es nuestro "destino manifiesto" hacerlo). Sí, porque
alguna vez nosotros fuimos ellos, fuimos individuos que no pensaban en la
sociedad, ni en sus problemas, ni en sus desgracias hasta antes de entrar a una
licenciatura donde "otros" nos abrieron los ojos. La palabra clave
para mi es "Educación".
Sin embargo, la pedantería intelectual de
la que he hablado está equivocada. Basta con preguntarle a un obrero qué es lo
que piensa de su país y qué es lo que piensa de las condiciones actuales de su
país. Él te dirá que ama a su país por un cumulo de razones emotivas que forman
parte de su identidad (comida, tradiciones, música) y no es nacionalismo ni
patriotismo ni xenofobia, es simple amor por lo que es. Pero responderá
indignado ante la situación actual del país; porque no tendrá los estudios, no
tendrá los datos o las cifras exactas del decremento monetario de tal
institución... pero lo ve en su día a día. En la gasolina de su taxi, en el
kilo de tortilla que debe pagar "con todo y papel", en el boleto del
metro o en las interminables filas en el cajero automático cada quincena
(puesto que necesita el dinero para dar el gasto"). Ese obrero,
comerciante que no estudió no necesita de ello para darse cuenta de que el
gobierno lo oprime, ni del marxismo para saber que su patrón le paga "una
chingadera" por lo que trabaja, ni de la sociología para saber que en su
colonia hay conflictos por la inseguridad, ni de la politología para saber que
el estado es un estado fallido, ni del derecho para saber que tiene más miedo
de ser encarcelado por inculpamiento que por cometer realmente un delito.
El trabajador "ignorante" (porque
es ignorante de ciertas cosas, conocedor de otras, sólo que los intelectuales
olvidamos los apellidos de su ignorancia); se lamenta un rato pero duerme y al
otro día con su mochila y su camisa planchada una noche antes mientras veía la
televisión, se levanta, le da un beso a su esposa e hijos y se va a trabajar
como todos los días, porque sabe que a pesar de que la situación es pesada
necesita alimentar a su familia. Para mi eso es PRAXIS, y no lo que los
intelectuales pretendemos hacer con tanta teoría, con tanta pedantería.
Los intelectuales, una vez más, nos
quejamos de los partidos políticos y de las personas que apoyan ciegamente a
uno (como "borregos" suelen decir). Pero el obrero que no pierde
tiempo en pensar pues debe trabajar sabe cómo funciona la política de su país,
ha visto sexenio tras sexenio la caída de los ideales de los candidatos de su
preferencia, de los mesías que aparecen cada que hay elecciones; sin embargo él
aún tiene la esperanza de que algún día llegue alguien con "los
pantalones" para dar un respiro a la población; él confía cada vez menos
en la política como objeto de cambio. Pero los intelectuales pensamos que
nosotros tenemos los ojos más abiertos a la realidad que aquellas personas que
viven "en un mundo de fantasía y enajenación" reproducido por la Rosa de Guadalupe o Laura en
América. Sí, claro.
De nuevo los intelectuales revolucionarios,
"superheroes de las masas", criticamos a la religión, a la iglesia
porque su inutilidad es clara a todas luces. Que si la Biblia es una farsa, que si
Dios no existe, que si la
Iglesia es corrupta, que si la religión oprime espíritus...
El "común", la gente común es decir, no se cuestiona eso; sólo toma a
su familia una vez al año va a Chalma, lleva a cabo sus rituales de
purificación, entra al templo y se postra humildemente ante un Cristo, "El
Señor de Chalma" le llaman, inclina su cabeza y le da gracias por darle la
vida, por darle el pan, por darle las fuerzas de poder continuar día a día
trabajando, de darle salud y de continuar con las bendiciones que le ha dado
desde que empezó a frecuentar Chalma desde niño. El trabajador no sabe de
teorías, no sabe de "el opio del pueblo", no sabe de la corrupción
interna del Vaticano... el sólo sabe agradecer por las bendiciones y el regalo
que es vivir. Eso, eso es una filosofía de vida, un nivel espiritual que otros
encuentran en el Yoga o en las religiones "alejadas de la perversión
humana". El intelectual sigue pensando que la religión es un cáncer
social.
La pregunta sería, ¿entonces de que
servimos los intelectuales?. Creo que somos más inútiles que todas aquellas
personas trabajadoras y consientes a las cuales vemos como los desprotegidos.
Si no me creen solo piensen un poco en aquella idea de las civilizaciones primitivas
que "necesitan" de nuestra modernidad para ser felices o hacer sus
vidas más sencillas... Ellos lo tienen todo, ellos resuelven su vida, ellos
tienen filosofías de vida y religiones que los unen, identidades y tradiciones;
ellos necesitan tan poco de nosotros como nosotros de ellos. Para mi es lo
mismo.
"Observen al noble salvaje que los
misioneros del comercio y los comerciantes de la religión no corrompieron
todavía con el cristianismo, la sífilis y el dogma del trabajo, y observen a
nuestros miserables sirvientes de maquinas" 3
Citas:
1 y 3: Lafargue Paul, "El Derecho a la Pereza"
2: Vera, Galindo, Vázquez. "Las formas elementales de la vida religiosa, un tótem vivo" Cap. Introductorio a la obra.
Citas:
1 y 3: Lafargue Paul, "El Derecho a la Pereza"
2: Vera, Galindo, Vázquez. "Las formas elementales de la vida religiosa, un tótem vivo" Cap. Introductorio a la obra.
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