No son pocas las fechas que llegan a causar revuelo entre algunos sectores de la sociedad, principalmente aquellos que tienen un poco de información y que gozan de la libertad de navegar por las redes sociales.
Ciertos acontecimientos
de la historia se han vuelto con el pasar de los años temas cliché y eso es precisamente lo que le
ha pasado al Día de la Raza, Día de la hispanidad, o como quiera otra
forma que se utilice para hacerle mención.
El caso es que
año con año llega la inevitable fecha del 12 de octubre -de la misma
forma que llega cualquier otra fecha en el año-, y es entonces que
se viene una tormenta de comentarios polarizados al respecto. Descubrimiento,
conquista, genocidio, colonización, saqueo, etc., son palabras que
se vuelven recurrentes en foros, páginas y comentarios en imágenes.
Para muchos celebrar
un día así no significa más que alabar las atrocidades perpetradas
primeramente por los españoles y luego por el resto de países europeos,
es por ello que algunos que se sienten indígenas –sin serlo- proclaman
al 12 de octubre como el Día de la resistencia de los pueblos originarios
y, al anterior, como el último día de libertad de los pueblos americanos.
Son problemas
de identidad, las personas quieren sentirse parte de un grupo, en ocasiones
con vocación de mártir. Se creen defensores de los pueblos indígenas
ancestrales arguyendo que si los españoles no hubieran venido a conquistarnos
los pueblos originarios hubieran alcanzado un gran desarrollo y hubiesen
conservado su riqueza. Idiosincrasia de la SEP.
Hay algo que
escapa a veces al narrar la historia, el azar, ¿qué hubiera pasado
si Colón no hubiese llegado a América?, ¿si los turcos no hubiesen
tomado el Mediterráneo?, ¿si nadie hubiese financiado las expediciones
marítimas?, hay una serie de factores que fueron influyendo en la conformación
del mundo actual y que las personas no toman en cuenta al emitir sus
opiniones, quizá era que simplemente el desarrollo de la tecnología
y las necesidades de la época daban para que se descubriera un continente
que no era ajeno a todo el mundo pero sí a los europeos.
Volviendo al
tema de la identidad y de la defensa de lo que consideran que fue “genocidio
y esclavitud” aunque el primer término no fue acuñado sino hasta
bien entrado el siglo XX hay que hacer unos apuntes. En el caso mexicano
ese nacionalismo exacerbado del siglo XIX se fue enriqueciendo y haciéndose
una idea cada vez más fuerte hasta llegar al punto cumbre de que algunos
liberales radicales intentaran arrasar con el pasado hispánico de la
patria.
¿Cómo puede
concebirse ese pensamiento en la actualidad?, es que a la mente de muchos
escapa que el idioma que hablan es el español, que aunque no lengua
oficial es la mayoritaria en el país, se cuela frente a ellos la idea
de que sus nombres, sus apellidos, la forma de vestir, los modos que
tenemos al comer y otra cantidad de cosas con influencia occidental.
No es defender
a unos y castigar a otros, como se ha dicho son problemas de identidad.
Somos mestizos –en su mayoría-, herederos de tradiciones de civilizaciones
muy diferentes una de otra y que sin embargo fueron formando con el
pasar de los siglos la identidad actual del grueso de la población.
Es momento de revalorar nuestras raíces, el pasado majestuoso prehispánico
y el pasado a veces lúgubre pero importantísimo de la cultura hispana.
Todos somos al final un poco de lo que fueron los que estuvieron antes
de nosotros. El encuentro de dos mundos.
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