La Técnica al Servicio de la Patria y Por mi Raza
Hablará el Espíritu son dos consignas impactantes e históricas. Que generan
ecos sonoros alimentados por una pasión que, en una desgarrada entrega, dan
todo de sí y cuanto más. Siempre, en cabal cumplimiento de una misión auténtica
–por decir lo menos- y humana –por decir lo justo-.
En el país, muchas son las dolencias que
día a día se suman al calvario que de forma inmerecida se ha posado sobre los
hombros de esta nación. Sin embargo, como un bálsamo generoso, se contempla a
la educación superior, la educación pública en específico, como aquella que
pese a toda dificultad e insuficiencia, ha logrado mantenerse como un honroso
distintivo de la calidad nacional.
Es necesario realizar un énfasis en la
característica pública de las instituciones educativas que actualmente se
encuentran en la cima del ranking de la mejores Universidades del país. La UNAM
en primer lugar y el IPN en segundo. Este último ha desplazado del puesto al
Tecnológico de Monterrey.
No obstante lo mencionado, es precisamente
el Instituto Politécnico el que en los últimos días se ha encontrado envuelto
en una serie de reformas de sus instrumentos normativos que despertaron un
amplio descontento entre los estudiantes y profesores que lo integran.
Dos son los principales cambios
contemplados. El primero específicamente se trataba de la modificación del Plan
de Estudios 2014 de la Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura Unidad
Zacatenco (ESIA UZ). El cual presentaba numerosas inconsistencias y
contradicciones, además de ser publicado incompleto pues hacía falta la
descripción de los contenidos de las materias, o unidades de aprendizaje, como
ahora son llamadas. Empero, la aplicación de dicho Plan, ha sido aplazada hasta
el próximo año. Considerando que en su revisión participe la comunidad
politécnica.
En el mismo sentido corre la segunda
reforma. Esta tiene que ver con el Reglamento Interno de la Casa de Estudios,
el cual fue aprobado el pasado miércoles 24 de septiembre de 2014 y entrará en
vigor hasta su publicación la Gaceta Politécnica.
Las principales modificaciones que se
aprecian en una comparación general con el anterior reglamento de 1998 son
relativas a su vinculación con los sectores productivos y demás
puntualizaciones de carácter orgánico que hacen pensar en una integración a las
dinámicas comerciales y de producción masificada que contrastan con las
consideraciones anteriores que promovían el desarrollo y extensión de la
ciencia y la cultura.
Igualmente llama la atención el endurecimiento
de ciertos criterios concernientes para los docentes y alumnos. Los primeros
son sumados a las políticas federales de evaluación. Aún que ésta será
realizada por la misma institución, resulta consistente con las medidas a las
que han sido sometidos los profesores a nivel nacional. La orden dista mucho
del Reglamento anterior, pues en él la Institución fomentaba el desarrollo
profesional en una situación de cooperación.
En lo que respecta a los alumnos, las
facilidades de reinscripción y cambio de carreras se ven limitadas o no
consideradas; los egresados dejan de ser reconocidos como parte de la comunidad
politécnica y los altos criterios que el Reglamento anterior postulaba para la
creación de Planes de Estudios, son reducidos a un simple miramiento sin
descripción ni profundización.
Lo anterior resulta altamente sospechosos
si se piensa en qué da origen a dichas reformas. Pues por qué es precisamente
en el mismo año en que el IPN arrebató el segundo lugar del ranking al
Tecnológico de Monterrey cuando se proponen todas estas medias controversiales.
Es el mismo hormigueo que inspira a cuestionar el por qué nunca se ha
considerado otorgar la Autonomía para el Politécnico. ¿Acaso su condición de
desconcentrado de la Secretaria de Educación Pública es una garantía que
permite limitarlo cuando sea necesario para permitir el desarrollo de
instituciones privadas?
Tales cuestionamientos no pasan
desapercibidos por su comunidad que ha recuperado las calles para realizar
monumentales y legítimos reclamos ante las reformas y la falta de comunicación
eficaz de sus autoridades.
Este despertar refrescante de pensamiento
crítico no es casualidad, es correlativo con la conciencia e ideal colectivo
que décadas de protestas han generado en el sector más tenaz de la sociedad. La
juventud. Románticamente podemos evocar las decidas movilizaciones que el 68
regalo a una ciudadanía que, al igual que hoy, veía a un aparato de poder con
hipócrita tricolor, disparar muerte y sembrar hambre.
Y aunque no quepan las comparaciones, pues
año con año habrá la posibilidad de referir frases que evoque las memorias que
no se olvidan, hoy la situación da uno de esos vuelcos históricos en los que
las condiciones, si no las mismas, sí lamentables hacen ver con aliviados ojos
a nuevas generaciones que no vivieron el 68, que tal vez ni siquiera sus padres
lo hicieron, pero que aun así reciben el relevo generacional de defender a su
“Patria” o a su “Raza”.
Porque hoy frente a un gobierno que se dio
cuenta que es más barato matar a un pueblo con hambre e ignorancia, se
continúan levantando las Universidades. Firmes, comprometidas y públicas.
He de cerrar estas líneas con dos
consignas tan sonoras y contundentes como las primeras: #TodosSomosPolitecnico
y ¡2 de octubre no se olvida!
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