Los Católicos del Mañana ¿Lefebvrianos o Liberales?



Por  Oscar Ortega Espinosa  
La época en que existía un molde uniforme sobre lo que era un católico ha terminado. Actualmente notamos la presencia de dos grandes tendencias al seno de la Iglesia. En un cuerpo que se dice inspirado por el Espíritu Santo, puede sonar raro que pueda existir dos espíritus, que riñen por dominar al cuerpo místico de Cristo, que es al final, la Iglesia. Dos voluntades con dos fines distintos y hasta contradictorios.

            Ante la serie de controversias surgidas en estos últimos años al seno de la Iglesia: nuevo papel de las mujeres, derechos de la comunidad lésbico, gay, entre otras preferencias, el derecho de los laicos a desempeñar un papel más relevante en la toma de decisiones, y relación con las Iglesias cristianas y el resto de ideologías, se han levantado dos posturas irreconciliables: denominada ya derecha o izquierda, grupo pro Opus Dei o  masónico curial, yo podría resumir estas posturas en dos categorías: lefebvrianos y liberales.[1]

Los primeros ven en el Concilio Vaticano II, un concilio tal vez legítimo, lo ven como fuente de varias perversiones y traiciones al espíritu bimilenaria de la Iglesia. Evidentemente adoptan una postura denominada por muchos de reaccionario en estos temas candentes. Alaban que vuelvan las misas en latín, inclusive algunas mujeres vuelven a utilizar el velo en misa. Al contrario, el grupo liberal lamenta el atraso de la Iglesia y la traición al Vaticano II, que según ellos ya contestó a todas estas controversias en un sentido libertador. En este grupo se hallan defensores denodados de derechos humanos, cuyas críticas a la institución parecieran provenir de la boca de Voltaire o de alguno de los ateos modernos, pero no, vienen de este sector liberal.

Las glorias de la Iglesia son oprobio para ellos, la Iglesia no ha aportado nada al mundo, desde su visión, excepto su creencia en el Salvador. Asienten a todos los clichés con respecto a la Iglesia, la Edad Media oscura, lo negativo del caso Galileo, la Inquisición, la conquista de América. Hace más de medio siglo, Ramiro de Maeztu había dicho que en los países latinoamericanos solamente quedaba ser anticatólico o procatólico. Esa distinción ha acabado ya. Hay católicos vergonzantes, que quieren actualizar la Iglesia a la misma velocidad que uno instala un nuevo plugin en su computadora. Llaman a días de resistencia universal, declaran que Dios es negro o mujer, declaran que la verdad es relativa (pero Jesús dijo que él era la Verdad). Ciertamente la gente de mentalidad liberal ve con buenos ojos a estos católicos liberales, aunque la gente bien pensante no encuentra mucha coherencia entre lo que propugnan y los valores y principios que tutela la Iglesia a la que pertenencen. Eso ha evitado las conversiones por qué muchas gente huye de eso mismo que defienden los católicos liberales. En cambio los liberales notan que este movimiento de escisión realmente no parece obtener cotos de poder que permitan afirmar un cambio en la tendencia general de la Iglesia católica.

            La pertenencia a estos grupos en realidad es un fenómeno sectario, ya que la gran masa solamente atiende los servicios dominicales. Si son activos estarán en algún grupo parroquial pero su instrucción será básica y en el mejor de los casos, distará de tomar postura en tan candentes temas, donde pesa más la opinión popular y el temor al rechazo que un criterio bien informado. Todo lo anterior queda reducido evidentemente más gracias a la inasistencia a los servicios religiosos de la mayoría de la grey católica. Ciertamente ésta puede tener opiniones cercanas a cualquier de los dos grupos, pero realmente no hace pesar su poder dentro de la estructura de la Iglesia. Aún. Pero lo harán.



[1] El uso del término lefebvriano es una licencia mía, con la cual tiendo a remarcar más el carácter contrario al Concilio Vaticano II, quien halló en Lefebvre, a su más acérrimo detractor.

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