La Construcción De Una Arquitectura Moderna y Pública: El Periodo Heroico 1940-1968

Por Gabriel Muñiz Mendoza



El crecimiento económico en el cual se vieron envueltas varias naciones que no tuvieron una gran participación en la Segunda Guerra hizo que surgiera lo que conocemos en nuestro país como: el milagro mexicano.

            La gran bonanza económica de la que disfrutábamos hizo que a la par se desarrollaran las artes y que los mexicanos fueran adquiriendo o consolidando cada vez más derechos como el voto de la mujer en la década de los 50 o la apertura de la educación superior cada vez más a clases populares.
México , nuevamente puesto en las vías de desarrollo y crecimiento económico necesito que los grandes proyectos gubernamentales se vieran realizados en el espacio físico, las grandes estrategias y políticas públicas necesitaban a su vez grandes complejos arquitectónicos que se extendieran a lo largo de la república pero principalmente en las ciudades, y esto era algo donde los grandes arquitectos de la época tenían que contribuir.
Desde el periodo de Porfirio Díaz el país no había visto la construcción de magnas obras y edificios públicos que fueron característicos del régimen porfirista, el abandono de la estructura de lo que sería el Palacio Legislativo fue una marca en la arquitectura del país que representaba el caos revolucionario, pero a mediados de siglo, figuras como Mario Pani, Enrique del Moral, Luis Barragán, Mathias Goeritz dieron un nuevo sentido a la arquitectura nacional, las grandes creaciones, los monumentos heroicos.
Oficinas públicas, mercados, museos, aeropuertos y escuelas fueron los edificios en los cuales se centraron los arquitectos para demostrar al mundo como México pasaba de ser un país rural a ser un país eminentemente urbano. Hasta entonces la creación de complejos arquitectónicos de gran dimensión era impensable, las tecnologías y la creatividad y entusiasmo de los maestros logró lo inimaginable, uno de esos grandes logros fue Tlatelolco, la ciudad dentro de la ciudad, con mercado, hospitales, escuelas, en fin todo lo indispensable para una sociedad citadina.
Son representativas del periodo las Torres de Satélite del maestro Barragán, la Torre Latinoamericana, el primer rascacielos en la ciudad cuando durante siglos las construcciones más altas eran de tres pisos, a manos de Álvarez, el Politécnico Nacional en Zacatenco a cargo de Pérez Rayón y por último la gran obra de carácter educativo: Ciudad Universitaria de Pani y del Moral.


Con Ciudad Universitaria se alcanza el punto más alto de este periodo arquitectónico que paulatinamente terminaría en las postrimerías de los años 60 con las últimas obras ahora de carácter deportivo y turístico gracias a los Juegos Olímpicos de México 68.
El Museo Nacional de Antropología e Historia y el Museo de Arte Moderno cierran el periodo de esplendor de la arquitectura que podemos llamar pública, la noche de Tlatelolco y los posteriores años de crisis internas en lo político así como en lo económico terminaron con las grandes políticas del gobierno y que el espíritu de un país moderno y urbano fuese apagándose.

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