Identidad y Cultura

Por Fernando Nadales Rojas


Cuando hablamos de cultura e identidad, como sugiere Gilberto Giménez (La cultura como identidad y la identidad como cultura, 2005), debemos considerar la indisociabilidad de tales conceptos pues, por un lado, la cultura responde a un parámetro de significados que nos constituyen como sujetos sociales en un espacio y tiempo específicos.  Por otro lado, la identidad se conforma por esas gamas de múltiples significados que otorgamos a ese núcleo social en el que compartimos con los otros. De acuerdo con G. Giménez:  


[…] la cultura es la organización social del sentido, interiorizado de modo relativamente estable por los sujetos en forma de esquemas de representaciones compartidas, y objetivado en “formas simbólicas”, todo ello en contextos históricamente específicos y socialmente estructurados, porque para nosotros, sociólogos y antropólogos, todos los hechos sociales se hallan inscritos en un determinado contexto espacio-temporal.1 

Bien pues, la cultura es la expresión social del sentido, la expresión de una forma de pensar el mundo, con normas y reglas predeterminadas. Así mismo, puede ser la expresión de un lenguaje que en sí tiene una carga de significación sobre la realidad, o bien, la perspectiva religiosa de los actores sociales. Así pues, la cultura también implica una forma de diferenciación de aquellos que no comparten estas formas de sentido y es aquí donde los actores sociales se construyen una identidad propia al momento de asumirse dentro de un núcleo social específico.  

Cultura e identidad no pueden –entonces- estar separadas una de otra, puesto que al asumirnos como parte de una cultura, estamos haciendo una diferenciación de aquello que no somos, estamos pues, haciendo una diferenciación del lenguaje, tradiciones, ritos, historia y formas de conducta, respecto a los distintos modos de significación que otros más poseen.  

La cuestión es que la cultura no simplemente es aceptada, sino que el entorno social en el que nos desarrollamos, nos marca fronteras específicas, frente a una cultura. Es decir que, existe una cultura que se antepone sobre otra, lo que Bourdieu (Cuestiones de sociología, 2000) señala como una disputa por los campos, en este caso, el cultural. 

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