Cuando hablamos de cultura
e identidad, como sugiere Gilberto Giménez (La cultura como identidad y la
identidad como cultura, 2005), debemos considerar la indisociabilidad de tales
conceptos pues, por un lado, la cultura responde a un parámetro de significados
que nos constituyen como sujetos sociales en un espacio y tiempo
específicos. Por otro lado, la identidad se conforma por esas gamas de
múltiples significados que otorgamos a ese núcleo social en el que compartimos
con los otros. De acuerdo con G. Giménez:
[…] la cultura es la organización social del
sentido, interiorizado de modo relativamente estable por los sujetos en forma
de esquemas de representaciones compartidas, y objetivado en “formas simbólicas”, todo ello en
contextos históricamente específicos y socialmente estructurados, porque para
nosotros, sociólogos y antropólogos, todos los hechos sociales se hallan
inscritos en un determinado contexto espacio-temporal.1
Bien pues, la cultura es la
expresión social del sentido, la expresión de una forma de pensar el mundo, con
normas y reglas predeterminadas. Así mismo, puede ser la expresión de un
lenguaje que en sí tiene una carga de significación sobre la realidad, o bien,
la perspectiva religiosa de los actores sociales. Así pues, la cultura también
implica una forma de diferenciación de aquellos que no comparten estas formas
de sentido y es aquí donde los actores sociales se construyen una identidad
propia al momento de asumirse dentro de un núcleo social específico.
Cultura e identidad no
pueden –entonces- estar separadas una de otra, puesto que al asumirnos como
parte de una cultura, estamos haciendo una diferenciación de aquello que no
somos, estamos pues, haciendo una diferenciación del lenguaje, tradiciones,
ritos, historia y formas de conducta, respecto a los distintos modos de
significación que otros más poseen.
La cuestión es que la
cultura no simplemente es aceptada, sino que el entorno social en el que nos
desarrollamos, nos marca fronteras específicas, frente a una cultura. Es
decir que, existe una cultura que se antepone sobre otra, lo que Bourdieu (Cuestiones de
sociología, 2000) señala como una disputa por los
campos, en este caso, el cultural.
No hay comentarios:
Publicar un comentario