Por Oscar Ortega Espinosa
Cuando uno
escucha el nombre de Palestina en lengua árabe escucha algo parecido a
Filistina, lo cual le hace acordarse de aquellos filisteos que estuvieron en
lucha constante contra los hebreos desde el momento en que estos quedaron
establecidos en la región de Palestina. ¡Vaya ironía! Al final la lucha entre
israelíes y palestinos, es lucha doblemente milenaria, que queda enraizada en
una lucha entre enemigos y amigos del Altísimo, es decir, que hunde raíces en
nociones netamente religiosas. A partir de esta perspectiva, que será por
algunos tachada de maniquea podemos entender el choque entre dos movimientos
cuyos objetivos son contrarios: el antisemitismo y el pro-judaísmo, cuyas
evoluciones finales vemos ahora como un conflicto regional.
El pro-judaísmo ha buscado siempre preservar, y en su momento volver
a la tierra prometida por Dios a su pueblo elegido. Esta actitud le ha generado
serios contrincantes, pero a la vez
denodados defensores. En cambio, el antisemitismo contrataca contras los gritos
de lamentos que lanzan sionistas, cristianos milenaristas y judíos mesiánicos,
quienes ven en cualquier contratiempo un desafío hacia el Creador, un
contratiempo molesto para la pronta llegada del Mesías. Combate esa pretensión
de la superioridad de los judíos sobre el resto de los pueblos, y su presunto
derecho a tener una tierra prometida en Palestina. Una vez reflexionado el
asunto, los papeles quedan establecidos: Los palestinos asumen el papel de
lacayos de Satán, desde la perspectiva pro judía. Ese mismo carácter lo
obtienen los judíos desde la perspectiva antisemita.
El posicionarse en uno u otro bando constituye ya unirse a una lucha
entre fuerzas metafísicas, inclusive una lucha dualista, parecida a la
desarrollada entre Ormuz y Ahriman, dioses en el zoroastrismo. El contrincante
no sólo está en el error, también es el enemigo, el mal en persona. Tanto el
sionismo como el antisemitismo cuentan con remanentes teológicos, que ocultan
con una careta secular. Eso permite a personas de mentalidad secular suscribir
su adhesión a alguna de estas corrientes sin ver sacrificada su capacidad
crítica. Judíos seculares reclaman la tierra de los palestinos con base en
derechos sustentados en una religión en la que ya no creen; y los antisemitas
rechazan al catolicismo mismo por ser una muestra clara de la perversión judía,
dejando de creer inclusive en Dios. Estos ejemplos patentes son muestra clara
el mesianismo judío y del antijudaísmo en sus últimas fases. También son
muestras claras de la imposibilidad de zanjar la cuestión palestina con
facilidad, y de lo poco práctico que es realizar un estudio de tal conflicto
desde una perspectiva unilateral, que toma a las ideas por productos del orden
económico, político o psicológico meramente
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