¿Por qué se Aprueban las “Reformas”?

Por Carlos Ernesto Alonso Beltrán

La duda taciturna que merodea la mente de la ciudadanía es sencilla. El principal obstáculo para su esclarecimiento es la multitud de factores a considerar y la injerencia de los intereses que buscan mantener sombría  su respuesta. Pues no obstante que se insista en que todo es resultado de un proceso legislativo; liso, llano y formal. El análisis desglosado de las causas que convergen en tal crisol, permite encontrar las particularidades que consintieron la consumación de tales reformas.


Si  se parte de la misma Constitución, se encontrará que la posibilidad de su reforma está contenida dentro de sí. Planteando un procedimiento especial, distinto al de la creación simple de normas, que contiene requisitos que se encuentran destinados a dificultar la alteración, o aumentar el debate necesario para modificar el texto constitucional.  

En la medida en que los mencionados requisitos para la modificación sean más complejos se considera  que la constitución tiene una reformabilidad rígida. En sentido inverso se estima flexible. Cabe mencionar que el texto mexicano es uno de los más rígidos en comparación a otros países. En atención a que reclama porcentajes especiales de votación en ambas Cámaras, además de la aprobación de las legislaturas estatales.
Una vez expuesto lo anterior podemos referirnos a tales salvedades como elementos jurídicos o meramente formales para la reforma. Es así que, suponiendo ser un país democrático,  para cubrir con la votación de las dos terceras partes de los miembros presentes en el Congreso y con una mayoría de Estados, la argumentación y el debate serán condiciones indispensables y arduas para su consecución. 

Sin embargo, saliendo del terreno formal, y realizando un análisis metajurídico en lo político y económico, tales condiciones se ven, y se comprenden, bastante insatisfechas.
Principalmente si observamos la composición del Congreso mexicano en el cual el Senado se integra  por: 54 (dos más de licencia) Senadores del PRI, 38 Senadores del PAN, 22 Senadores del PRD, 7 Senadores del PVEM, 6 Senadores del PT y el caso especial de Mónica Arriola Gordillo que se considera sin grupo parlamentario, pero tomando en cuenta su trayectoria y filiación política se encuentra ligada a Nueva Alianza. 


De manera similar se integra la cámara de Diputados, con: 213 Diputados del PRI, 114 Diputados del PAN, 101 Diputados del PRD, 28 Diputados del PVEM, 20 Diputados del Movimiento Ciudadano, 14 Diputados del PT y 10 Diputados del Nueva Alianza.

En lo que hace a las legislaturas de los Estados se muestran de la siguiente manera:


Es necesario realizar un mayor análisis en torno a los Estados, pues la relación de estos con la Federación explica más ampliamente la situación de las reformas. Tomando en consideración factores de gran influencia como las políticas públicas, la seguridad y la economía.
La relación política entre los Estados y el Gobierno Federal ha tomado un viraje interesante en lo que transcurre de los últimos sexenios. Ya que anteriormente el sometimiento servil de los gobernadores era aún más marcado que el de hoy en día. En especial porque todos los gobiernos estatales pertenecían al PRI. Sin embargo recientemente, y además de la alternancia, algunos gobernadores, incluso priistas, han comenzado a rechazar decisiones Federales. Atendiendo, no a una iluminada concientización social, sino a las ansias de fama electoral.
Esta búsqueda del protagonismo por parte de los gobernadores crea una nueva dinámica en la que las negociaciones políticas resultan más costosas. Empero, con todo y su ímpetu temerario, los Estados deben ajustar su comportamiento si es que esperan recibir las ayudas gubernamentales y los programas sociales que provienen de la Federación.
En consecuencia el intercambio entre fama y obediencia es un espectáculo privado del cual la ciudadanía es una víctima excluida.
En una tendencia similar se encuentra el problema de la inseguridad en el país, y con ella la injerencia inquisitiva del Estado. En donde se observa a los cuerpos policiacos y a las autoridades municipales y estatales, devoradas por la delincuencia.
En vista de la insuficiencia de los anteriores para el restablecimiento de las condiciones de concordia, la Federación despliega a las policías especializadas e incluso al ejército para dar una atención al problema. Menciono lo anterior con demasiada reserva, pues esa violencia desbordada ha sido alimentada por las decisiones del Gobierno, con la cual obtiene las condiciones propicias para enviar a los aparatos coercitivos y mantener una presencia armada directa en los Estados de la República. Esto hace pensar en lo difícil que puede ser ir en contra de las decisiones presidenciales, cuando son sus armas las que andan por las calles.

Mucho de lo anterior se entiende cuando se analizan los aspectos económicos del país. En los cuales se aprecia que sus principales ingresos, dejando fuera el petróleo, provienen de la recaudación del Impuesto sobre la renta (ISR) que aporta 1, 006, 376. 9 millones de pesos y el Impuesto al valor agregado (IVA) que corresponde a 609 ,392. 5 millones pesos. Ambos son impuestos Federales.
Aunado a ellos se encuentra la aprobación del Presupuesto de Egresos, que si bien es una facultad exclusiva de la Cámara de Diputados, la iniciativa corre a cargo del Ejecutivo Federal. Además de que, como ya se mostró, ambas Cámaras se componen por mayorías alineadas al Presidente.  

Los expuestos, junto con demás factores, explican la influencia de la Federación sobre los Estados y en consecuencia las votaciones que integran el Congreso.
Avanzando sobre el análisis, resulta ineludible dejar de observar que el último periodo de numerosas reformas en el país, tuvo lugar durante el periodo de Carlos Salina de Gortari. Durante este  sexenio el Congreso estuvo integrado por la LIV y LV legislaturas. Los números de sus legisladores recuerdan mucho a los mostrados con anterioridad. Sin soslayar que la superficie del país era francamente priista.
La principal conclusión que se desprende de todo esto es la obvia satisfacción que los factores metajurídicos aportan a los requisitos formales para la reforma constitucional. Creando este proceso de ficción. Donde  el debate legislativo se cierra a los grupos que aprobaron las reformas desde antes del debate y los llamados opositores que, sabedores de esta situación, se sitúan en la cómoda posición de emitir cuanto juicio o argumento falas, revolucionario, cierto o populista les venga en gana. La decisión ya está tomada con anterioridad. Únicamente se celebra una descarada simulación legislativa muy parecida al ceremonial electoral descrito por Gonzales Casanova.

Mientras tanto los ciudadanos se encuentran excluidos de todo tipo de debate público, no obstante que las sesiones de las Cámaras deben permitir el ingreso de la población.
Para continuar con la simulación insatisfactoria son emprendidas las giras mediáticas en las que ya sea el Presidente en sus diálogos acartonados y superficiales o sus Secretarios de Estado diciendo nada y lo mismo, intentan convencer a los convencibles de que basta esperar para gozar de las mieles de la abundancia que llegaran con las reformas.
Queda claro que hay toda una variedad de factores e intereses económicos y políticos comandados por los grandes monopolios nacionales y transnacionales que han excluido a los ciudadanos de las iniciativas propuesta por el Presidente, mientras que el proceso de debate Legislativo es un simple trámite para su aprobación.

Carlos Ernesto Alonso Beltrán
@CarlosAloBelt

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