Recientemente, platicando con un colega sociólogo,
llagamos a ciertos planteamientos muy interesantes cuando debatíamos el tema de
los perros de raza sobre los perros mestizos en una relación de superioridad e
inferioridad respectivamente para la sociedad.
Habíamos planteado que realmente estas categorías
de distinción entre los perros por parte de las personas eran reales y que
conllevaban una carga simbólica importante en relación con la idea de “raza”
que se está aplicando a esas distinciones. Un perro de raza remite a un perro
que tiene ascendencia legítima de una línea consanguínea en especial, con
ciertas características específicas del mismo tipo de perro, expresada en su
fenotipo y sus habilidades propias; es decir, un perro de raza proviene de un
linaje que ha sido criado, modificado y mantenido por el hombre a través de los
años.
Un perro mestizo refiere a un perro que no
pertenece a una raza en especial sino que es una mezcla entre dos o más razas que
dan como resultado un nuevo tipo de perro que se denomina como mestizo.
Frecuentemente estos perros son relacionados con los perros callejeros en la
cotidianidad, donde sus condiciones los han llevado a situaciones de calle y se
han reproducido entre razas sin el control del hombre por mantener un cierto
genotipo especifico.
El debate giraba en torno a cómo es que esta idea
de “raza” que impera en los animales también estuvo [incluso aún se mantiene]
inmersa en el argot popular social: una raza, humana, que es superior ante
otra.
El concepto de raza surge cuando el hombre europeo
tiene el contacto con los habitantes del continente americano [y anteriormente
con la conquista de África], producto de las navegaciones de exploración en el
siglo XV. Aquel contacto que tiene el hombre europeo con los hombres
originarios del continente americano tiene como resultado que surja la idea de
que el conocimiento, la razón y el lenguaje son los indicadores fundamentales
para hacer una distinción entre un hombre y otro, entre el yo y el otro.
Lo que planteo aquí no es hacer una recapitulación
sobre el proceso de conquista, genocidio y epistemicidio de Europa sobre
América, sino dilucidar que el concepto de “raza” surge en la sociedad moderna
como resultado de procesos históricos de colonización y expansión del norte
global. Lo que busco es dilucidar que la idea de raza que se mantiene en la
especie canina también estuvo presente en la especie humana, y me atrevería a
decir que incluso aún hay poblaciones y sociedades donde se piensa y se habla
en torno a esta distinción racial, entre una raza superior y una inferior.
Así como la idea de raza tiene su génesis en la
sociedad, se sige reproduciendo, en discurso, en los animales caninos bajo la
misma línea estructural. Si la distinción racial surge cuando se hace visible
que el hombre europeo ilustrado detentaba el conocimiento y la razón frente al
otro, el ser irracional originario recién descubierto, que no poseía nada en
común con el “Yo” europeo, a excepción de ciertos rasgos humanoides similares, es
por los mismos que categorizó a ese “hombre” en este caso como parte de otra
raza, posteriormente surge una jerarquía racial donde la razón europea se plantea
como la punta piramidal; descubrimos que dichas diferenciaciones son aparentemente
las mismas con las que en los caninos se hacen diferencias raciales. Debemos
puntualizar que estas categorías y supuestos raciales son parte de un discurso
eurocentrista que tiene su génesis en un contexto específico.
El dilema no viene cuando podemos demostrar que la
idea de raza, social, es tomada y aplicada en la especie canina, sino cuando
mostramos que el conflicto entre raza pura de un perro que se plantea y
justifica como superior ante un mestizo, conlleva la reproducción de un mismo
discurso racial y especista, que pareciera ser expresión del imaginario social
actual.
Hacer una aseveración de este tipo es arriesgado.
Consideramos que la idea de raza que se utiliza en los caninos es muy diferente
a la que se utilizaba en aquel discurso racial eurocentrista; sin embargo hay
que contemplar que ambos conceptos se encuentran ligados por el factor de
superioridad jerárquica. Entendemos que la idea de raza en los perros desde un
punto de vista biológico es correcta para hacer distinciones entre los tipos de
caninos; además, la jerarquía entre razas resulta de un consenso entre la
academia científica especializada que plantea estándares de valores para fijar
dichos estamentos, como es la inteligencia, la habilidad especifica, fuerza,
resistencia, etc.. El punto fundamental de esto es que muchas razas de caninos
han sido creadas por el ser humano, como resultado de un proceso transgénico
entre las diversas razas precedentes. Además de que a finales de siglo XIX en Europa
se empiezan a popularizar las competencias entre criadores de razas en
concursos de belleza y habilidades, propios de una clase social alta.
Estos factores tienen como consecuencia que en la
época contemporánea la idea de raza sea un sinónimo de superioridad o
excelencia en la especie. Debemos considerar que esta afirmación gira en torno
a muchas experiencias que hemos tomado en cuenta en relación al tema. Además,
las razas de canes que surgen como las más importantes e influyentes del mundo
son de origen particularmente europeo, mientras que las razas provenientes de
América Latina o África son casi inexistentes en la misma lógica jerárquica que
regula los cánones de medición y aceptación de una raza pura; incluyendo en
este elitismo que asociaciones privadas tienen el carácter legítimo global para
establecer regulaciones en la práctica canófila, como lo es la Federación Cinológica Internacional.
El contraste entre los perros
de raza y los mestizos generó una cuestión nueva. ¿Cómo esto es un reflejo de
la misma idea de “raza pura” frente al mestizaje en los procesos de
colonialidad en América Latina que se encuentra enclavado en estas mismas prácticas
referidas a la crianza de los animales?
Y no es en vano la duda. El
problema con los perros mestizos es la poca atención del hombre ante ellos, que
en la última década, con ayuda de la difusión que permiten las redes sociales,
se le ha dado un nuevo aire a las campañas en pro a la adopción de estos perros,
en contraposición de fomentar el negocio lícito o ilícito de la venta de
animales. Además, el perro mestizo, por su condición de inferioridad aparente
ante un perro de raza es marginado socialmente por causa de su origen.
Como habíamos explicado, los perros mestizos por su condición, son perros que nacen en condición de calle y que se reproducen sin el control del hombre, consecuencia de esto es la sobrepoblación de perros en ciertas partes de la Ciudad de México. El perro mestizo muchas veces nace fuera del seno familiar o es desplazado del mismo y tiende a vagar por las calles ante la inclemencia del entorno y la sociedad.
Como habíamos explicado, los perros mestizos por su condición, son perros que nacen en condición de calle y que se reproducen sin el control del hombre, consecuencia de esto es la sobrepoblación de perros en ciertas partes de la Ciudad de México. El perro mestizo muchas veces nace fuera del seno familiar o es desplazado del mismo y tiende a vagar por las calles ante la inclemencia del entorno y la sociedad.
Anteriormente, en el siglo
pasado, cuando las campañas de vacunación antirrábica surgían y en zonas
populares de la ciudad, en la periferia, las condiciones de los perros
callejeros eran un descontrol total; mencionando también que dichas campañas
surgen por la necesidad de atender el problema latente de los perros infectados
con rabia y que representaban un peligro para la salud pública.
En el mismo desarrollo de estas colonias populares, se plantean acciones de control animal, que al día han sido ineficaces en su totalidad o simplemente abarcan ciertos sectores y problemas, sin poder resolver esta emergencia de manera puntual. Sin mencionar que las condiciones y métodos del control animal son de calidad dudosa y se cuestiona mucho la integridad de dichos procederes.
En el mismo desarrollo de estas colonias populares, se plantean acciones de control animal, que al día han sido ineficaces en su totalidad o simplemente abarcan ciertos sectores y problemas, sin poder resolver esta emergencia de manera puntual. Sin mencionar que las condiciones y métodos del control animal son de calidad dudosa y se cuestiona mucho la integridad de dichos procederes.
Los perros mestizos representan
un símbolo de la marginalidad, del desorden y lo asocial. La gente puede sentir
temor ante un perro callejero por su condición de asocial, de marginado y su
carencia de razón aparente. El perro en situación de calle es un ícono de la
miseria. Ante la idea contrastante, el perro de raza hogareño pareciera ser el
perro pulcro y deseable en cualquier hogar. El perro que simboliza el orden y
la modernidad.
En los años 40 en Estados Unidos, se retrataba el “American Way of Life” o el estilo de vida americano, que tomaba a las figuras paternas y maternas como cabezas de la familia, a los hijos educados como el futuro de la sociedad, la vida en los suburbios con una casa mediana y un auto del año; además, como símbolo de estatus social adicional: una mascota, fuera un gato o un perro. Actualmente el perro sigue siendo un acompañante en las familias; empero, también un perro es símbolo de estatus social. Lo vemos en los pequeños perros chihuahua de las socialités en Los Ángeles, los grandes perros en las familias acomodadas o los curiosos pugs en los jóvenes independientes; una ruleta de estereotipos culturales. Sin duda, y como hacía 100 años atrás, los perros también son extensiones de nosotros, de nuestra personalidad y estatus social.
Un perro mestizo sale de esta
lógica, e independientemente de su origen, el complejo de inferioridad abarca
desde el discurso hasta las prácticas. La adopción resulta la vía eficaz por la
cual se da atención a los perros en situación de calle que han sido rescatados
por asociaciones civiles encargadas de velar por estos animales, o por civiles
que deciden rescatar de la miseria a un perro en condición de calle; sin
embargo, existe un imaginario en la sociedad que aún imposibilita la apertura
de los potenciales dueños de un perro a valorar cualitativamente más a un perro
mestizo que a uno de raza. Quiero puntualizar que no es una generalidad, puesto
que actualmente los movimientos sociales encargados de la militancia por terminar con el paradigma anterior relacionada
con los perros de raza y su compra han tenido mucho éxito y he observado que
muchas personas prefieren un perro mestizo que uno de raza, y no por generar
nuevo orden jerárquico, sino por la idea de que al seguir comprando perros de
raza se sigue reproduciendo esa práctica mercantil que comercia con la vida de
un ser vivo; me atrevería a decir que es una condición de esclavitud a la que
se enfrentan estos perros que se venden en las tiendas, por la falta de
libertad del mismo animal, sin embargo no cabe aquí explicar cómo el concepto
esclavitud, al igual que otros que se intentan aplicar a los animales, como lo
es también el concepto de raza que estamos tratando aquí.
El entreabrir a la puerta de la
discusión futura se plasma de la siguiente manera. Es posible que estas
ideologías raciales, que han sido mayoritariamente más no completamente
erradicadas del imaginario social por medio de procesos de lucha puedan ser
suprimidas de la misma manera en los animales, haciendo énfasis en la idea de
raza como categoría jerarquizante y excuyente-incluyente, no en el termino
biológico, y que tenga como resultado una valoración positiva ante estos
animales mestizos o de raza mixta frente a los perros de “raza pura” y poder
así abrir el panorama para superar un paradigma que está costando la vida a
muchos animales que son marginados y otros que son traficados por su condición
de raza exótica o valiosa. Tan sólo unos apuntes.
No hay una conclusión aquí
realmente, sino un esbozo de muchas cuestiones que muestran que las palabras
son muy poderosas y la manera en como nombramos o categorizamos algo impide la
superación de dichos modelos y lleva a su reproducción continua. Tal vez una
vía más para superar la problemática que enunciamos aquí.
* Por último quiero agradecer a
mi colega José Manuel Iván Arce Roa por la inspiración en estas líneas. Sé que
puedes llevar estos planteamientos más allá de un simple esbozo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario