Por Carlos Ernesto Alonso Beltrán
El año de que se va deja a su paso
una estela de acontecimientos que, en definitiva, definirán el rumbo
que el país habrá de seguir para el año que comienza. Siendo este
el escenario, es prudente realizar un recuento de los hechos que, en
lo personal, presté mayor atención.
Este 2014 comenzó como un año de triunfos y proyectos
acertados dentro de la agenda de Enrique Peña Nieto. Materializando
sus principales pretensiones dentro del agonizante Pacto por México,
logro consolidar la Reforma Educativa, de Telecomunicaciones y Energética,
además de las contrariadas y desesperadas Reforma Política y Hacendaria.
Esto derivado del dominio obtenido por el PRI con
más del 40% del Congreso y los 20 gobiernos estatales. Sin dejar de
observar las ataduras políticas y económicas que estos mantenían
con el gobierno Federal, lo que implicaba una organización de fuerzas
de la cual era imposible esperar algo distinto a la aprobación de las
reforma. Mismas que no presentaron oposición seria por parte de los
partidos de izquierda que habían sido domesticados desde meses atrás.
No es un tema menor, ni que haya de ser visto sin
su debido merito; la administración priista que regreso a los pinos
fue capaz de sentar en una misma mesa a las principales fuerzas políticas
del país y con esto allanar el camino para comenzar sin menor problema
su embestida.
Dicho merito le valió para ser el centro de atención
de portadas internacionales y premios acartonados para EPN y los miembros
de su gabinete. Así comenzó la gira promocional del mega proyecto
empresarial “México S.A.”, el paraíso de los inversionistas internacionales,
bajo la dirección del “Vendedor más Grande del Mundo”.
Todo parecía ir viento en popa hasta que un error
de cálculo en un olvidado e incómodo paraje llamado miseria, esquina
con violencia, destapo el sin número de errores que la administración
peñista había dejado de lado. La estrategia para acabar con el crimen
organizado continuaba siendo la misma que Felipe Calderón había dejado
junto con sus más de 70 mil muertos. La diferencia es que ahora las
portadas ya no anunciaban abatidos, sino proyectos y giras del ciudadano
Presidente.
La política de la ceguera y el silencio fue restablecida
como un orden común, llegando a su punto más cínico y desgarrador
con el encubrimiento de las 22 ejecuciones extrajudiciales de Tlatlaya,
Estado de México.
Más tarde, Ayotzinapa vendría a tocar la última
fibra de hartazgo en la sociedad mexicana. Trasformando ese dolor en
una rabia organizada que clamaba por justicia, mares de gente que, a
más de noventa días, no cesan de inundar las calles y las notas de
la prensa nacional e internacional. Esperando en el dolor de la incertidumbre
que el reclamo más simple, más lógico, más humano y más desgarrador
sea atendido: Vivos se los llevaron, vivos los queremos.
No obstante, y después del espasmo de diez días,
la Procuraduría General de la República decidió hacerse cargo de
la investigación. Presentado más tarde un detalladísimo informe en
el cual exhibían la detención de José Luis Abarca, su esposa y otros
presuntos responsables vinculados a los hechos.
Al día de hoy, y sumando ya más de ochenta detenidos,
no existe ninguna denuncia o investigación por la desaparición forzada
de los 43 estudiantes, dado que, como palabra santificada, las afirmaciones
del procurador son incuestionables. Sin importar las declaraciones que
investigadores de la UNAM han realizado, donde argumentan la imposibilidad
de la teoría de la PGR. Como así también una investigación publicada
en la revista Proceso da cuenta de la participación de policías federales
en la desaparición de los normalistas.
Es así que el Derecho es utilizado para esclarecer
un hecho, una verdad por conocer que sólo se limita a decir quién
hizo qué y cómo. Pero ese mismo Derecho en manos del Estado se ve
escasamente limitado para dar un ápice de justicia a una sociedad que
hace ya mucho tiempo sólo la conoce por su nombre, pero que ya olvido
cómo se siente.
Mientras Ayotzinapa sangraba, Peña Nieto decidió
que el glamour de las giras de Estado no podía postergarse ni un segundo
más, pues el país puede perder más vidas, pero no más inversionistas.
Resuelto a limpiar sus reformas bañadas de sangre, continuo con su
diligencia hasta que un escándalo en el cual la Primera dama se vería
directamente involucrada.
La empresa Higa, actual INFONAVIT del gabinete presidencial,
al parecer no es sólo la empresa más competitiva, ganadora de cuanta
licitación se otorgue en el país, sino también un buen ejemplo de
lo trasparente que pueden llegar a ser la asignación de proyectos para
la extracción de petróleo. Lo único más impactante que el descaro
que puede alcanzar la corrupción de Peña Nieto, es el hecho de que
no se haya decidido a renunciar a la presidencia.
Como si algo se estuviera olvidando, Michoacán vuelve
a ser tema de interés después de que otro botón de la política del
silencio había desaparecido de los medios la situación que ese estado
continuaba padeciendo. Unas reavivadas autodefensas hacían público
el abandono del que habían sido víctima por parte del gobierno federal.
Tensando más el clima que humedece la frente de una desesperada administración.
Por último, cabe mencionar el triunfo que lo estudiantes
del Instituto Politécnico Nacional obtuvieron frente a los encargados
de la política profesional. Los jóvenes estudiantes mostraron que
la organización estudiantil es una fuerza activa que no podrá ser
menospreciada otra vez. Así también reivindican el compromiso irrenunciable
de la educación pública para con la sociedad.
En suma, este año significo el punto más alto y
el punto más bajo en la visión de Enrique Peña Nieto. Preocupado
por dar al país una propaganda empresarial y reformista, olvido las
carencias y demandas más humanas de una población cansada del saqueo.
Si pretende aferrarse al delirio del poder por los
cuatro años que le restan a su sexenio, deberá entonces, como un deber
irrenunciable, atender de manera eficaz y eficiente las necesidades
primordiales del país, olvidándose de sus aspiraciones de fama y enriquecimiento
personal. De lo contrario, sería mejor que atendiera a las recomendaciones
de los padres y las madres de los estudiantes desaparecidos: si no puede,
renuncie.
Caros Ernesto Alonso Beltrán
@CarlosAloBelt
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